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viernes, 4 de enero de 2013

Elemento albahaca


Si hay aromas que representan un buen momento en la vida familiar es la dichosa ALBAHACA, acompaña un sinfín de comidas. 

¿Quién no se tentó con hincarle los dientes, cuando se la ve y se la huele ahí tentadora en el puesto de la verdulería?

Les confieso que fuí tentada más de una vez, y siempre vengo de los mandados con algo más, mi preciosa planta de albahaca.

Como la conservamos y retenemos sus sabores y olores:

Es común guardarla para la época de frío, cortada con el cuchillo chiquitita y con un poco de ajo cubierta de aceite, así ví una de las primeras veces a mi yerno Damián, y me dí cuenta que corría sangre tana por sus venas.

Pero la forma más práctica de guardarla, también me la enseñó Damián, y me lo dijo tal cual es el, muy práctico: 

“Las lavás, las secás bien y las guardás en el freezer, y las sacás 

cuando la necesitás”




MARAVILLA de consejo, ya que me lo brindó en el momento apropiado,  justo  cuando se estaba acabando el verano, y mis plantas de albahaca no duraban en la maceta.




Ahora puedo perfumar cualquier comida:


Sopas.

Puré

Caprese, o cualquier tipo de ensalada

Pancitos con aceite y albahaca, y porque no acompañado de un quesito suave

Salsas (en otro momento haremos un paréntesis solo para salsas)

Etc .…y hasta un rico té digestivo.





miércoles, 2 de enero de 2013

Los chinchulines de Tío Evaristo



En nuestra familia se sigue todavía la tradición de encontrarnos, siempre que se pueda a comer ricos asados y charlar, contarnos anécdotas, recordar, reir, como se va agrandando la familia y como los más chiquitos que no llegaban a la mesa crecen y dejan paso para los nuevos integrantes.


Se arma una mesa grande, donde todas las mujeres, vamos aportando algo, aunque debo reconocer que la que más corre es tía Alicia, ya que las reuniones son casi siempre en su casa.

Pasaron años, historias buenas y no tan buenas pero ella siempre sigue con su sonrisa y amabilidad, recibiendo a la familia, en memoria casi tácita de los que no están junto a la mesa pero si lo están en nuestro corazón.

Bueno vamos al grano, o mejor dicho a los chinchulines, todos  creemos que son los mejores y en caso de hacer una comida en otro lugar siempre se llama al tío Evaristo para que de su visto bueno.






Su receta, dice mi Tío:

“Mirá, lo primero que tenés que hacer es desgrasarlo, y lavarlo bien, luego lo pones a hervir en leche, le tirás un poquito de pimienta y lo dejas hasta que comienza a tomar color, como tostadito, pero no debe quemarse, lo das vuelta un poco más, y si están muy rebeldes, lo pones un poco al horno, casi vuelta y vuelta, de ahí a la parrilla, y listo…”



Los tres libros de la familia y mis tíos